El martes 2 de Mayo tuvimos una ultreya super especial. Vivimos dos momentos inolvidables, en primera instancia, le dimos la bienvenida a la JM 76 y hacia el final continuamos pintando la casita con muchas huellas de distintos colores.
Varios testimonios dieron cuanta de los hermosos momentos que se vivieron en la jornada.



Continuamos homenajeando a quienes han tenido una participación especiel en el movimiento durante muchos años.




El viernes 12 de Mayo vivimos nuevamente un triple encuentro, en esta ocasión, físicamente se produjo en City Bell. En esta nueva modalidad de “Ultreyas Itinerantes”, tuvimos la oportunidad de pasar de una idea a algo en concreto: que Cristo está vivo y cercano entre nosotros.
Como en todas las ultreyas que acostumbramos a vivir, comenzó con un testimonio motivador que en esta ocasión estuvo a cargo de Liliana Elgarrista. Ella nos contó que Cristo, pasó, pasa y permanece en cada momento de su vida. Explicó que luego de hacer cursillo su vida se fue transformando y de alguna manera simplificando, poniendo énfasis solamente en el amor; saberse amada por Cristo motivó el deseo de derramar ese amor infinito a cada hermano que Dios le pone en su camino, estando muy atenta a las necesidades que cada uno pudiera tener.
Luego de organizar pequeñas reuniones de grupos, como es habitual, se compartieron algunos testimonios y momentos cercanos. Los hubo muy variados. Hay quien dio testimonio que no sólo cree que Dios existe sino que está totalmente convencido que Dios existe. Otro testimonio consistió en compartir la alegría de volver a participar en las actividades del movimiento después de muchos años durante los cuales su actividad laboral no se lo permitía.


La Ultreya continuó con un momento importante, el tradicional cambio de campanilla. Una campanilla que es común, que es única, que va pasando, no desapercibida, entre cursillos y jornadas. Es un objeto en común, pero que en cada uno que la recibe, en cada uno que la entrega produce un efecto único, irrepetible, irremplazable.
Luego siguió otro momento especial, la despedida del equipo de dirigentes del cursillo 113 de hombres. Un equipo consolidado, que comenzó siendo un grupo de hermanos y terminó siendo un grupo de amigos; todos ilusionados, emociados, ansiosos y algo nerviosos producto de la tensión que todo cursillo provoca.
Y llegó el final, últimos momentos de la Ultreya donde compartimos. Compartimos la oración apoyando nuestras manos sobre el hombro del hermano a nuestro lado, compartimos nuestras intensiones, nuestras preocupaciones. Compartimos el canto en ronda tomados de la mano y compartimos el alimento de cada uno lleva y es puesto en la mesa común.
La Ultreya terminó, pero no es la última. Aunque el desarrollo no difiera entre unas y otras, lo que las hace diferentes es tu presencia.
Te esperamos en la próxima Ultreya!!










